viernes, 1 de junio de 2012

Como una aguja en un pajar.

Ojos grises, ¿recuerdas el día que te dije que había visto Lost in translation y me había aburrido? Quién iba a decirme a mi que meses después iba a estar viéndola ya por tercera vez con lágrimas en los ojos. Si es que ni siquiera en esto del cine hay que dejarse llevar por las primeras impresiones, ¿eh? Aunque está claro que no es una película para todo el mundo, hay que sentirse identificados con esa idea que pretende transmitir Sofía Coppola; la sensación de estar perdido.


Qué te voy a contar a ti de perder el rumbo, si ambos sabemos de qué pata cojeamos. Aunque bueno, nunca está de más buscar nuevos puntos de apoyo. Debe ser muy aburrido tener claro lo que eres, lo que quieres y lo que vas a ser en un futuro. No es de locos cambiarse las zapatillas o sacar a los problemas a pasear de martes a lunes. O irte a Tokio y terminar cantando en un karaoke con una estrella de Hollywood y una peluca rosa. Pero para ello mi trasero debería ser la imagen inicial de una película, y eso le quitaría encanto a todo lo demás. Bueno, no sé. Tú no te alarmes, que sigo con los pies sobre la tierra. Es que no he cenado.

Y hablando de cenar, hoy toca Nesquik muy, muy frío. Tres cucharadas y media. Memorízalo que ya ves lo que pasa cuando no está a mi gusto; escribo sin pensar.

P.D.: Vuelve a verla y deja que te emocione, anda. Hazlo por mi.

1 comentario:

  1. Precioso. Me pasó lo mismo la primera vez que vi Lost in Translation, pero decidí darle una oportunidad y, en ciertos momentos, es la única película que quiero ver. De hecho, ayer fue uno de esos.

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